Cuando llegué a Villa La Angostura (Neuquén) tenía en mente algo seguro: quería recorrer a pie o en bici la mayor cantidad posible de lugares, parajes, montañas, lagos, puentes, arroyos, etcétera. Y es que mi premisa de viaje es simple ¨los kilómetros son mentales¨.
Mi objetivo no era recorrer para acumular fotografías y kilómetros sin sentido, todo lo contrario, recorrer como sinónimo de disfrutar, de superarse yendo a lugares desconocidos sin importar el clima o cualquier otra circunstancia. Poner despliegue físico y voluntad, dejándome motivar por la belleza, ¿ simple, no ?.
De esa forma, una mañana mientras tomaba una taza de té con leche acompañada con pan casero, tomé el mapa y dije ¨voy a conocer la península Quetrihué¨.
Recuerdo que hacía muuuuucho calor, pero el calor también es mental :D, asi que fui a la habitación, cargué mi mochila con el termo, mate, 1 banana, 1 manzana, un paquete de galletitas Okebón de vainilla y 2 litros de agua. Con esas provisiones me adentré a recorrer los 12 kilómetros que tiene la península y que finaliza en el bosque de Arrayanes. El recorrido lo hice a pie (la próxima será en bici, mountain bike, claro).
Antes de ingresar a la península es obligatorio registrarse y pagar en la dependencia del parque Nahuel Huapi. El precio es accesible, hay descuentos para estudiantes y jubilados presentando certificado.
Con el permiso habilitado y muchas ganas, era el momento de empezar el recorrido. El primer tramo se complica porque son aproximadamente 2 kilómetros de leve pero continuo ascenso entre raices, rocas y algûn que otro árbol caído que no da tiempo a aclimatar el cuerpo acelerando la frecuencia cardíaca de un tirón. El resto se hace leve, de todos modos ¡ es imposible dejar de caminar entre tanta belleza !
El camino está senderizado, también hay carteles que indican la cantidad de kilómetros restantes, o si lo miramos desde el lado positivo, los recorridos.
El aroma a Naturaleza es tan fuerte que te revitaliza. Por momentos tenía ganas de seguir caminando, pero también tirarme al suelo, poner los brazos detrás de la cabeza y colgarme horas sintiendo el entorno.
Todo el trayecto presenta la singularidad de un follaje verdísimo, especies arbóreas que parecen tener cumbre en el mismo cielo y el lago Nahuel Huapi custodiando el istmo.
También hay momentos en que, por la misma altura de los árboles, la oscuridad se hace presente por más que sean las 12 del mediodía.
Si bien los arrayanes están al final del trayecto, algunos aparecen en los primeros kilómetros.
Se ven muchos árboles caídos, otros doblados por la misma fuerza de las tormentas, el viento o el propio devenir.
¿ Es un sendero para cualquiera ? Como conclusión, no es imposible, pero sí lleva mucho tiempo y la dificultad está en que el sendero no es plano. Es necesario llevar provisiones, agua fundamentalmente, porque no hay puestos de comida ni bebida.
El regalo es llegar a la zona de los arrayanes, los podes recorrer por la zona demarcada y disfrutar de la enorme vista al lago.
Otro punto importante es que no hay muelle para hacer la vuelta en catamarán, por lo que si o si el regreso es caminando. Este punto es importante destacarlo para guardar energías, y sobre todo, para que la oscuridad o una tormenta no te sorprenda en el medio del bosque.
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